Mauricio apenas miró el celular, todavía tratando de lidiar con el cabello de Valeria: —Nunca dejo las cosas a medias, ni siquiera cuando colaboro con alguien. Hablaremos de eso cuando llegue el momento.
Valeria se quedó sin palabras.
Siempre había pensado que Mauricio era un hombre decidido y directo. ¿Qué estaba jugando ahora?
Después de intentarlo durante un rato, Mauricio no pudo atar el cabello de Valeria con la liga. Su frente, que había estado relajada por un breve momento, volvió a fruncirse: —¿Por qué no puedo atarlo? ¿Esta liga está rota?
Ya cansada de sus intentos, Valeria se giró y le quitó la liga de la mano para examinarla.
Estaba en perfecto estado y ni siquiera parecía haber sido usada.
¿Acaso él no sabía cómo atar el cabello?
Con una mirada de desdén, Valeria recogió su cabello y, con movimientos precisos, lo ató en una coleta baja.
Mauricio se quedó en silencio por un momento y, de repente, le quitó la liga: —Hazlo otra vez, quiero ver cómo lo haces.
Valeria sintió ga