2. EL PRESENTE SIMPLE

— ¿De qué estás hablando, Jorge? —preguntó tomándose la cabeza, Alexander. De repente el dolor de cabeza se había duplicado.

 

— Has ensuciado tu propio grupo, tu nombre, ahora eres un hombre que se emborracha y hace destrozos. Estás obligado a solucionar esto, tú eres el único culpable, Alexander.

 

Alexander Dixon siempre ha sido un hombre que calcula todos sus movimientos, con demasiada precaución,  pero ahora al parecer había cometido un grave error; Tomar alcohol.

 

Tenia algunas menos treinta mensajes de su padre donde le ordenaba acatar las órdenes que Jorge le estaba diciendo, opciones no hay.

 

Alexander tomó aquella lista y fue descartando los nombres de algunas de ellas. Si esto se iba a hacer, se haría con alguien que al menos le pudiera servir en algún futuro.

 

Verónica Cox.

 

Alexander recordaba ese nombre de un increíble proyecto en el que tuvo interés. Además de que le había generado una especie de desconcierto qué la autora fuera una mujer. No podía mentir, así que la investigó en su momento, descubriendo en si mismo una especie de asombro y fascinación por la autora de esas grandes ideas.

 

Además si añadía el plus; Ese proyecto podría beneficiar a su grupo, sería un insulto no aprovechar lo que tenia que pasar ahora. El beneficio era grande a comparación de lo poco que tenían que hacer. Solo casarse.

— ¿Cuánto tiempo necesitan que esto dure? —preguntó Alexander observando aún aquella lista.

 

— Un año.

 

Un año podría valer la pena, ambos se beneficiarían de ellos.

 

 

— Verónica Cox —respondió Alexander sin inmutarse— será ella.

 

Jorge abrió los ojos con sorpresa, ya que había tomado aquella decisión en menos de dos minutos. Pero al final entendió. Verónica Cox es una gran doctora, además que tiene una empresa farmacéutica y un potencial increíble.

 

[...]

 

Verónica había llegado a casa, había tomado asiento y menos de un minuto después el timbre estaba estallando. La lluvia qué azotaba la ciudad era descomunal, al parecer la temporada había iniciado.

 

Verónica cansada, caminó hacía la puerta y frente a ella se encontró el hombre mas alto que había visto en su vida. Alzó la mirada para verlo a la cara.

 

— Alexander Dixon —habló aquel hombre con una voz ronca y neutra— Mi secretaria la ha contactado antes.

 

Verónica recordó el email que había leído por la mañana. Un contrato por un matrimonio, había muchas estipulaciones, muchas condiciones, muchas pautas...

 

— He comunicado mi respuesta, señor Dixon. No busco un matrimonio.

 

— ¿Podemos hablarlo?

 

Verónica observó al hombre, que parecía estar mojado. Abrió la puerta de su casa y con una seña lo invitó a pasar.

 

— He investigado tu estatus, precisamente el de tu empresa y familia. Puedo agregar eso al contrato —añadió Alexander negociando, el nunca perdía ninguna negociación. 

 

— ¿Qué quiere decir?

 

— Pagaré tus deudas.

 

— ¿Todo?

 

— Casándose conmigo, me dará un año y yo salvaré tu patrimonio y a tu padre.

 

Verónica no tuvo que pensarlo por mucho tiempo, la empresa era parte de su vida y estaba en riesgo, mientras que su padre le ponía mucho peso en la respuesta que podría salvarle la vida.

 

FIN DEL FLASHBACK

 

La subasta benéfica de inicio de año está llena de arte y sorpresas. La gente observa al joven matrimonio que entra al gran salón. Verónica tiene que parpadear muchas veces debido al cansancio que tiene en los ojos por el trabajo que ha tenido.

 

Ese detalle no pasa desapercibido por su esposo, Alexander Dixon. Que con una mano en la cintura la guía al lugar en la esquina qué menos luz tiene. Alexander mantiene su mano alli, al menos lo suficiente para mantener las apariencias mientras Verónica sonríe a las personas que los saludan.

 

— ¿Qué opinan la señora Dixon sobre a donde estará destinado parte de las donaciones está vez? —pregunta la joven esposa de un político. 

 

— Las enfermedades cardíacas en niños, es una buena opción, creo que de mis favoritas —responde Verónica con una sonrisa educada. Sin percatarse de la mirada de Alexander cuando mencionaron "enfermedades cardiacas"

 

La subasta inició poco después. Todos los artículos subastados eran vendidos por cantidades excelentes, lo que alegraba a Verónica, por las futuras donaciones. Ella había accedido a ser la cirujana de aquel proyecto. Salvaría muchas vidas.

 

— El último artículo de la noche —continuó el presentador— El collar del mar mediterráneo. 

 

Un hermoso collar lleno de diamantes azules como el mar, apareció en una vitrina. Verónica notó la mirada de Alexander, no era su mirada normal, fría... era algo mas complejo, importante.

 

Verónica devolvió la mirada al hermoso collar y entonces recordó una foto que observó en su momento; el collar de Ana Bell, su ex prometida.

 

— Empezamos con las ofertas en cien mil —habla el presentador.

 

— ¡Medio millón! —grita Alexander de repente.

 

La sala entera estalla en murmuros, Verónica no fue la única persona en darse cuenta de quién era aquel collar. Verónica clava inconsciente las uñas en sus palmas.

 

*Articulo uno, sección tres; mantener bajo cualquier situación que en el matrimonio hay amor y apoyo incondicional. 

 

Verónica se recordó aquellas importantes reglas en aquel crudo momento. Estaba sintiendo cosas a lo que no podía ponerle un nombre.

 

"¿Por qué me está molestando tanto esto?", se preguntaba una y otra vez con una sonrisa cálida en el rostro, obligándose a tomar el brazo de su esposo.

 

Verónica soportó aquella situación media hora mas, la subasta ya había terminado pero la fiesta aún no. Así que queriendo escapar de la situación se le ocurrió esconderse en el baño.

 

— Ahora vengo —le susurró a su esposo dándole un suave y seco beso en la mejilla.

 

— Ten cuidado —respondió Alexander notando qué su esposa estaba tensa.

 

Verónica siguió sonriendo hasta que estuvo frente a la puerta del baño de mujeres. Con la mano en el pomo de la puerta, escuchó;

 

— Que descaro, dicen que su antiguo amor regresó hoy.

— Parece que Ana Bell ahora es una importante mujer de negocios internacionales.

— Mi papá me ha mencionado su nombre varias veces, como un ejemplo a seguir, mucho mejor que la doctora esa con la que está.

 

Verónica apretó el agarre en el pomo, pero su lado masoquista quiso seguir escuchando aquella conversación.

 

— Es cierto, además he escuchado que su matrimonio es falso, por contrato. ¿Recuerdan el tremendo lío en el que se metió Alexander Dixon hace un año? Ese matrimonio de seguro fue para limpiar su imagen.

 

Verónica termina abriendo la puerta, fingiendo no haber escuchado nada. Después de todo siempre ha pensado que si quieres perder el tiempo, hazle caso a las hormigas.

 

— Buenas noches, señoritas —saludó con educación Verónica, caminando con la elegancia que la caracteriza, las terminó ignorando.

 

El resto de la noche, continuaron actuando como una buena pareja de casados. Alexander tenia una fascinación extraña por observa a su esposa sonreír. Así que no tardó mucho en darse cuenta que algo había pasado. Muchas preguntas surgieron en su mente, pero no quería molestarla con ello, por mucho que quisiera saber que le había molestado.

 

‐ Creo es hora de irnos -Alexander le dijo en el oído, para que solo ella escuchara.

 

Verónica no quiso discutir, así que solo asintió con una fingida sonrisa. Alexander ignoró su mano para tomarla por la cintura, así caminar hasta la salida.

 

Definitivamente algo había pasado, pensó Alexander cuando subieron al auto, colocándose cada uno en cada esquina. Alexander sintió inquietud, pero decidió no hablar sobre el tema.

 

El teléfono de Verónica vibra, ella ve aquella notificación que le hace sonreír de verdad, ganándose una mirada inquisición de Alexander; la notificación le informa que su deuda ha sido saldada por completo.

 

Verónica levanta la mirada y ve a Alexander, quien ya ha devuelto la mirada al IPad que lleva consigo. De reojo alcanza a ver que el remitente de aquel correo que tiene en pantalla; Ana Bell.

 

Verónica mira a la ventana, de nuevo con esa sensación que le oprime el pecho. Observa de nuevo su teléfono y mira la fecha "12-01-2025". Oficialmente faltan un mes para la finalización de su contrato, dando fin a su matrimonio.

 

Lo que ella no sabía era que, en la penumbra del asiento trasero, Alexander observaba su figura alejarse mientras eliminaba lentamente el documento "Acuerdo_de_divorcio.docx" que había estado editando en su tableta...

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