Un visitante indeseado.
Con Scarlet agarrada de la mano y con los ojos clavados, con recelo, en el hombre que se acercaba, Derek se plantó frente a su residencia.
El recién llegado tenía la piel tan suave que parecía de porcelana, y un aspecto delicado, casi como un ídolo pop chino recién bajado de un escenario, pero su caminar despreocupado delataba poder.
Varios soldados lobos lo custodiaban de cerca, sin quitarle la vista de encima.
—¿Quién es ese? —susurró Scarlet, con la voz cargada de curiosidad.
Derek apretó con firmeza la mano de su luna.
#Lunita, habla conmigo solo por nuestro vínculo. Este brujo puede escucharte. Su audición, aunque es menos desarrollada que la mía, también es buena.#
La voz de Derek resonó en su mente, y Scarlet arrugó el entrecejo, sintiéndose rara.
«Aún me cuesta acostumbrarme», susurró, un poco avergonzada.
#Pronto se te hará natural, mi lunita. Siempre que quieras hablar conmigo, concéntrate en mí y la conexión se abrirá. Si no quieres, basta con que pienses en cerrarla.#
#¡Hu