Mujer envidiosa.
Un día después
Scarlet se quedó mirando la entrada del Club Dali con incredulidad y nervios. Pero ahí estaba, aferrada a la mano de Derek, a punto de cruzar el umbral.
—Debí haberle pedido a Lioran con tiempo que no usara este club para la celebración —murmuró Derek, notando su tensión.
Scarlet agitó la cabeza, como quien ahuyenta un recuerdo molesto.
—¿Lo dices por mí? Descuida. Realmente no me afecta… mucho —dijo, encogiéndose de hombros con naturalidad, mientras tiraba suavemente de su brazo para que avanzaran.
Pero justo en ese momento, Claudia pasó junto a ella, chocándole el hombro con descaro.
Derek tuvo que sostenerla por la cintura para evitar que cayera.
Claudia ni se inmutó. Siguió su camino con otras mujeres, riéndose como si fuera la reina del club.
Los músculos de Derek se marcaron como cuerdas listas para soltar el golpe. Dio un paso al frente con intención de hacer que esa mujer se disculpara, pero Scarlet le sostuvo el brazo con firmeza.
—Déjala. No te impongas todaví