Exnovio fastidioso.
Scarlet lo fulminó con una mirada tan filosa que Leo retrocedió medio paso.
—Eso a ti no te importa.
—¡Claro que me importa! —insistió él—. Porque cuando se te pase esta rabieta, vas a volver a mi lado, y entonces yo seré quien tenga que pagar tus deudas.
Scarlet cruzó los brazos, chasqueando la lengua.
—Lo que tú necesitas es una cita urgente con un neurólogo. O con un exorcista. Tienes piezas zafadas.
—No están zafadas, amiga —intervino Zhana divertida, alzando su copa—. Es que este bicho escuálido vino con defecto de fábrica.
Leo perdió lo que quedaba de su paciencia y la compostura.
Sujetó el antebrazo de Scarlet con firmeza.
—Basta del jueguito del tira y afloja —espetó con tono autoritario—. Hoy me ascenderán, y como soy un alma noble, quiero darte otra oportunidad. Pero escúchame bien: si la rechazas… será la última. ¡Aunque después vengas de rodillas, no te aceptaré jamás! ¡Dame tu respuesta ahora!
Lo que recibió fue una bofetada tan seca y sonora que hizo eco entre las mesas.