Entre susurros y oídos de lobo.
Scarlet estaba un poquitito incómoda. Para ser sincera, el exceso de amabilidad por parte de Derek ya le estaba pareciendo un abuso disfrazado de caballerosidad.
Y había algo que simplemente no le cuadraba y era ¿por qué Lioran, el CEO galardonado con cara de pocos amigos, siempre andaba disponible como si Derek fuera el verdadero jefe? Se suponía que uno era importante y el otro… un desempleado.
Aunque Scarlet se negó una, dos, y hasta tres veces a ser llevada por él, Derek insistió como si fuera su misión divina.
Y ella, con la vergüenza galopándole en el cuello, terminó cediendo.
Mientras el auto avanzaba, Zhana no dejaba de clavarle los ojos a Derek con descaro absoluto.
Mientras que él, sentado en el asiento del copiloto, mantenía su expresión estoica, como si lo que ocurría a su alrededor estuviera en otro plano existencial.
Pero Zhana lo escaneaba de arriba abajo como experta cazadora con radar afinado.
«¿El CEO también será un hombre bestia? ¿Por qué parece que le tiene tan