El alfa reclama su lugar.

Derek asintió con seriedad.

—Los hombres lobo, o como ustedes nos llaman, bestias, tenemos parejas destinadas —explicó sin rodeos, aunque sin revelarle demasiado —. Scarlet… es mía. Mi lunita. Pero si me rechaza… perderé la única oportunidad de tenerla. Y no puedo permitírmelo.

Zhana lo miró boquiabierta, como si acabara de ver un unicornio lanzando rayos láser.

—¡¿Tu lunita?! ¿Scarlet?

Él volvió a asentir, tenso, con los ojos oscuros como tormenta contenida.

Zhana se llevó una mano al pecho, en gesto dramático, como si acabara de recibir la primicia de una telenovela interdimensional.

—No tengo idea de lo que significa ser tu lunita, pero eso se escucha tan romántico… y al mismo tiempo, tan problemático.

Suspiró profundamente y luego chasqueó la lengua, preocupada.

—Mi amiga aborrece a los hombres bestia, ¿sabes? Su prima —a la que considera su hermana— perdió a sus padres por culpa de unos como tú. Desde entonces… no quiere ni que le hablen.

Hizo una pausa significativa, casi teatra
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