23. Café amargo, un secreto guardado
Camila
Como prometí ayer, vine al café TweetMean esta tarde después de terminar todo mi trabajo. Dejé a Mateo jugando con Vina en el apartamento. El perro se me echó encima inmediatamente, como si entendiera que no éramos una amenaza. O tal vez el perro podía sentir que teníamos buenas intenciones.
Entré y me dirigí directamente a la caja, suspirando suavemente.
—Tres cafés americanos —dije.
—Y un café con leche —dijo alguien de repente detrás de mí.
Me di la vuelta. Y mis ojos se abrieron como platos.
—¿Gavin? —murmuré incrédula.
Él sonrió, con su característica sonrisa pícara que era difícil de ignorar, levantando las cejas arriba y abajo.
—Hola, Mil. Qué coincidencia. El universo realmente no quiere darnos espacio para evitarnos, le gusta reunirnos una y otra vez, ¿eh?
Lo miré con ira de forma refleja. Gavin... ¿por qué siempre aparece de una forma tan molesta?
—No me digas que me has estado acosando —espeté.
—No. Solo busco respuestas —Gavin cruzó los brazos—. Respuestas sobre po