El elogio de Eleanor Pembroke en la junta directiva actuó como un sello de aprobación final, no solo para el proyecto de Boston, sino para la propia Olivia. Ya no era la "esposa con una idea interesante"; era la arquitecta de un éxito tangible, una ejecutiva cuya capacidad de ejecución había sido validada por una de las voces más conservadoras y respetadas del consejo. Alexander, siendo el estratega supremo que era, no desperdició tal activo.
Los cambios comenzaron de forma sutil. Una mañana, en lugar de la agenda habitual centrada únicamente en Boston, su asistente le entregó un dosier sobre la posible adquisición de una cadena de pequeños hoteles boutique en el Pacífico Noroeste.
—El Sr. Vance ha solicitado su presencia en la reunión con el equipo de adquisiciones a las 11 —informó la asistente, con una neutralidad profesional que no lograba ocultar un destello de curiosidad.
Olivia pasó la mañana sumergiéndose en los detalles de la cadena "Bosque Puro". Estudió sus números, su demo