—Me explicaron claramente que no me acercara más a ti. Y créeme, después de todo lo que pasó, ¡ni siquiera quiero hacerlo! —continuó él y volvió a sorprenderme con lo que dijo.
—Kirill, no entiendo por qué Yegor... ¿Fue Yegor quien te hizo eso?
—¡Ay, escucha! No dramatices. Las mujeres tienden a exagerar. ¿Qué más da que te haya dado una bofetada? ¡Es que ya no quiero tener nada que ver con gente mal de la cabeza! Y si tú sigues acostándote con él, ¡entonces todo te parece bien! Que te vaya bien, paz y amor, como se suele decir... —resopló Kirill descontento y volvió a mirar el teléfono.
—...
—¿Qué? ¿Acaso no te has dado cuenta todavía de con qué persona anormal quieres pasar tu vida?
—Bueno, sé que a veces me vigilaba y que es demasiado celoso, pero me quiere... —Kirill no me dejó continuar.
—¿Te quiere? Eso no es amor, cariño. ¡Ni siquiera es obsesión! ¡Está loco! ¡Necesita tratamiento! ¡Y yo necesito recuperarme después de lo que he oído! ¡No tengo ni idea de cómo seguir construyen