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Lilka y yo esperamos a que el técnico me cambiara las cerraduras y, cuando por fin nos quedamos solas, nos pusimos a beber. Así, entre charlas y copas, pasamos todo el día. Lilka me distrajo con su importante acontecimiento.

Al día siguiente fuimos a elegir el vestido. Y yo me alegré sinceramente por mi amiga, pero mis pensamientos volvían una y otra vez a Yegor. Tal y como había dicho Lilka, empecé a extrañarlo. No estaba preparada para tomar ninguna decisión sobre nosotros, pero al corazón no se le puede mandar...

—¿Quieres que te cuente una noticia interesante? —comenzó Lilka alegremente.

—¡Lavrov fue a la policía esta noche! Detuvieron a tu Tumansky en estado de ebriedad. Lo detuvieron por vandalismo y por resistirse al arresto.

—Dios mío... No entiendo por qué lo cuenta con tanta ale

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