El día de la cita había llegado.
Tenzin subía las escaleras de la entrada del edificio con el corazón golpeando suave pero constante, como quien lleva entre manos un secreto que ya no quiere guardar. Llevaba en el bolsillo una flor blanca que había recogido del jardín del dojo. Una tontería, quizás, pero quería dársela a Suzy.
“Algo simbólico”, se decía. “Nada romántica, solo… bonito”.
Tenzin Wan Li llegó como quien sabe exactamente a dónde va y que quiere, aunque por dentro lleve un remolino. Había decidido ir al apartamento de Suzy para llevarla a cenar. Ya era momento de dejar de esconder lo que sentía.
Al entrar al lobby, saludó al portero con una leve inclinación de cabeza y caminó directo hacia el ascensor, presionando el botón. El sonido metálico del sistema bajando desde el piso superior retumbó en el silencio del vestíbulo.
—¿Tú otra vez? —escuchó una voz a sus espaldas.
Tenzin se giró y vio a John Patterson, apoyado contra una de las columnas de mármol. Estaba vestido con un