El hospital con su bullicio, olía a desinfectante y ansiedad. Tenzin se encontró aún en shock cuando llegó al hospital.
La imagen de Loys tendida en el asfalto, con sangre en la frente y la pierna en un ángulo alarmante, no dejaba de repetirse en su mente.
Tenzin caminaba de un lado a otro frente a la sala de urgencias como algunas otras personas, el rostro tenso, las manos cerradas en puños. Aún sentía el eco del golpe, el sonido seco del cuerpo de Loys impactando contra el capó del auto. Todo había ocurrido tan rápido. Un segundo había estado rechazando sus avances y al siguiente, ella yacía en el suelo inconsciente.
—Por favor, que esté bien… —murmura, casi sin voz.
Había llamado a una ambulancia al instante, acompañado a Loys en el trayecto, mientras conducía sus labios manchados de sangre murmuraban cosas inconexas.
¿Está consciente? —había preguntado una enfermera al llegar.
—No... pero respiraba —respondió él, con la voz ronca y los ojos vidriosos.
Cuando los médicos finalmente