—Hablemos luego, Loys...ahora debo ir a buscar a papá—Tenzin toma su gorra —si necesito algo Mami los atenderá.
—Pero...
—Bueno, nos iremos en un rato—dice Pang
—Nos vemos mañana antes de que se vayan—les dice Tenzin antes de salir de la cafetería.
—Así será.
Al día siguiente, frente a la cafetería de doña Mei, el aroma a pan tostado y café recién hecho flotaba en el aire. Las sillas de mimbre en la pequeña terraza, estaban ocupadas por algunos clientes habituales, pero en una esquina lateral, de pie, Loys esperaba. Su silueta elegante destacaba incluso bajo la luz tenue de la tarde.
Vestida con una blusa de seda color marfil y una falda ajustada que le daba ese aire de sofisticación inalcanzable, Loys miraba hacia la puerta con ansiedad. El corazón le palpitaba rápido en el pecho. Había llegado temprano para asegurarse de que Tenzin no se le escapara otra vez. Había hecho sus maletas, los chicos tibetanos habían partido hacia minutos y Tenzin se excusó un momento para atender a unos