Vamos terminado de cenar, era cierto lo del aguachile, tanto en lo delicioso como picante. Casi me acabó mi agua de coco de un trago para tratar de quitarme lo enchilada. El lugar está muy lindo, y es grande. Las mesas, en su mayoría, son de cuatro personas y al fondo hay una sala grande para recibir a grupos amplios. Todo tiene decoraciones mexicanas, y según nos dijo la mesera, a las 8 empiezan a poner música para bailar.
Gerardo desde que terminó su plato empezó a cuestionarme sobre la situación de Mauricio, le tuve que explicar desde la entrevista con Asuntos Internos, la ida al hospital y el legrado, que Mauricio se regresó a Puerto, y finalmente lo del acta de matrimonio. Veo como, de forma progresiva, se le va poniendo roja la frente y desconozco si es por lo enojado o por el picante.
-Y bueno, eso fue lo que pasó... Ciertamente, sigo soltera pensando que estaba casada. Sigo tan molesta que dejé mis anillos y mi cencerro en casa –le digo al bajar mi vaso vacío sobre la mesa tal