-Chiquita, pero ¿qué te pasó? Llegué hace como una hora o más a la casa y no te vi, pero sí encontré tu ropa llena de sangre en la lavadora. Me dio un susto tremendo y este es el tercer hospital en el que te busco. ¿Estás bien? –me revisa con los ojos abiertos como platos.
Verlo tan vulnerable y preocupado por mí hace que se me erice la piel. Él también es parte de esta noticia.
-Perdón amor, no sabía que llegarías tan temprano... Seguro que no te contesté el celular, porque lo tengo en mi bolsa que... No sé dónde quedó por ahora. En fin... Ahmm, vine porque esta mañana me dio un dolor muy intenso en el abdomen y vine para acá, yo sola –mientras hago memoria del dolor, empiezo a sentirme muy mal, deben ser las hormonas pero con Mauricio enfrente no puedo seguir siendo fuerte –y pues... tuve un aborto espontaneo.
-¡¿Qué?! ¿Estabas embarazada? ¿Cuándo?
-No lo sé, según el ultrasonido debí tener cinco semanas o algo así. No sabía, y luego de todo el estrés de estos días –empiezo a llor