Me quedo con el arma en la mano disparando hacia el cielo. Estoy segura que disparé bien, solo que aún no puedo creer lo que sucedió en menos de un segundo atrás. Las lágrimas quieren empezar a salir, pero la urgencia por ver a Gerardo y desamarrar a Armando son más.
-¡Muy bien campeona, lo hiciste excelente Caro! –me dice Armando quien no ve nada todavía por estar dando la espalda a la puerta, pero confiando en el resultado –ayúdame con este maldito nudo.
Le deshago el nudo y lo libero de sus ataduras, ahora con luz veo que tiene un corte horrible arriba de la ceja izquierda cuya sangre fue escurriendo de lado contrario sobre la frente.
-¡Por Dios!, ¿Estás bien? –examino rápido la herida mientras empieza a estirar las piernas para salir de la cajuela.
-Sí, no importa... ¿Tú, tu cabeza? –me pregunta también preocupado.
-Sí, gracias. Al rato la checarán. Tenemos que apurarnos por Gerardo.
Baja primero Armando y yo casi de un brinco aunque siento las piernas entumidas, tanto por el estr