Son casi las siete de la mañana y ya llevo más de media hora en la Fiscalía, frente a mi computadora. Desperté a las cinco, todavía molesta por lo de anoche y ya no pude dormir. Así que me metí a bañar, hice y guardé un poco de café supercargado en mi thermo y vine para acá.
No quiero estar pensando en los cambios de humor de mi esposo, ni en mis sueños abstractos ni en nada más que en el trabajo.
Así que decido buscar algo que realmente nos ayude, quién es el juez Héctor Patricio Huerta.
Sigo en el buscador leyendo la información y anotando lo importante en mi libreta, cuando una voz conocida me distrae.
-¿Quién te pateó de la cama? –pregunta Armando fresco como una lechuga, le sentó bien la salida ya que su bronceado le queda increíble en contraste con sus ojos verdes tal vez, aunque frente a la luz solar se le ven verdes al centro. Viste de pantalón formal gris con una camisa azul marino. Es difícil dejarlo de ver.
-Nadie, solo desperté más temprano –digo más cortante de lo que qui