La camioneta va a un paso sobre la carretera, va manejando Rogelio a una velocidad adecuada para no llamar la atención, van entrando a Puerto Vallarta. Mauricio y su trabajador salieron desde la madrugada de Mazatlán, el joven le ha platicado lo que le dieron sus familiares sin entrar a los detalles.
Mauricio prometió a sus tíos volverlos a ver, pero no sabe si podrá cumplir esa promesa. Tiene que hacer planes para lo que seguirá, que no será fácil. Ni seguro.
De pronto, un mensaje lo saca de sus pensamientos. Es un número desconocido.
“Él lo sabe. Huye”
Al principio no lo entiende, pero su cabeza le da forma a las palabras no dichas. Trata de marcar, desesperado, a ese número pero parece que alguien lo bloqueó o tiene el teléfono apagado. No tiene muchas opciones, y su cara lo refleja.
-¿Todo bien, joven? Se puso como hoja de papel.
-Mi tío se enteró, no sé de cuánto pero lo sabe. Métele pata para el hotel, tenemos que sacar todo lo necesario a la de ya... ¡Métele!
Rogelio no necesi