Llegamos a mi casa, Armando me avisó que podría levantarme pasado el Eje. Desde ahí no hemos cruzado ni una palabra, pero sí noto molesto a mi compañero.
Pasando la puerta, Armando se peina el cabello con los dedos en señal de molestia y desesperación, va caminando en dirección a la cocina pero regresa hacia mí. Me ve, y sus ojos me transmiten miedo e irá.
-¿En qué estabas pensando Carolina? –me pregunta visiblemente molesto –Nos pusiste en un gran riesgo, a mí, a mi informante, a todos los que estaban ahí.
-¿De qué hablas? –le contesto en el mismo tono que él. Me irrita su reclamo.
-Caro, nos pusiste en riesgo... Tendrías que no haber ido.
-Ese no era el plan, ¿recuerdas? Se supone que iríamos juntos...
-Pero no así –me señala con su mano abierta, recorriéndome de arriba para abajo.
-¿Esto? Solo es una minifalda y una peluca. Estaba igual que todas ahí, incluso más vestida y cubierta que algunas. No es mi culpa que se me acercara el idiota aquel...
-Ya lo sé Carolina, pero... –no