Angelo soltó una maldición entre dientes y se pasó una mano por el cabello. Tras encargarle a Neilán que investigara a fondo a Tazio y lo mantuviera bajo estricta vigilancia, había intentado concentrarse en el trabajo. Sin embargo, no había tenido mucho éxito.
No lograba quitarse de la cabeza los fragmentos de sus recuerdos que había recuperado. Era como si alguien las hubiera grabado en el sistema de sonido de su oficina y las reprodujera en bucle, sin darle tregua.
La idea de que Lionetta hubiera querido dejarlo lo estaba devorando por dentro. Y cuanto más lo pensaba, más preguntas surgían.
¿Qué había hecho él para empujarla a tomar una decisión así?
¿De verdad ya no lo amaba?
¿Por qué había decidido quedarse a su lado?
Incluso llegó a cuestionar cada una de las veces que hicieron el amor, preguntándose si en verdad había significado algo para ella. ¿O es que acaso se había tratado solo de deseo? Pero eso no podía ser cierto. No podía haberse imaginado su entrega, tampoco la sinceri