—Deja de hacer eso. —Lionetta intentó sonar severa, pero su voz apenas salió como un susurro tembloroso.
—No sé de qué hablas.
La mirada divertida de Angelo dejaba claro que sabía muy bien de qué hablaba.
—Estás tratando de ponerme nerviosa.
—Te prometo que no es mi intención.
Angelo deslizó la mano por el muslo de Lionetta, subiendo por debajo de su vestido. Sonrió al sentirla temblar y se inclinó para dejar un beso suave en su hombro.
La camarógrafa le pidió a Lionetta que se levantara y a él que se recostara a lo largo del sofá. Luego le indicó a Lionetta que se acomodara sobre él.
Ambos siguieron sus instrucciones sin perder tiempo, y pronto Angelo la tuvo recostada encima de su cuerpo. Pasó una mano por su espalda y mantuvo sus ojos fijos en los de ella.
—Supongo que ambos podemos jugar al mismo juego —dijo ella, antes de inclinarse y rozar sus labios con los de él en un beso suave, casi inocente.
Lionetta acercó la boca cerca de su oído, sacó la lengua y le lamió el lóbulo
—¿Te