Angelo abrió los ojos y le tomó un segundo salir de la bruma del sueño y recordar que no estaba solo. Lionetta estaba recostada a su lado, de espaldas a él. Por su respiración pausada, dedujo que aún dormía.
Durante la noche había comprobado que no era mentira que ella se movía demasiado al dormir. En ningún momento lo había lastimado, pese a que había cambiado de posición constantemente y, en más de una ocasión, se había acercado a él abrazándolo como si fuera una enredadera, algo de lo que él no pensaba quejarse. Le encantaba sentir sus brazos rodeándolo.
Sonrió al pensar en lo nerviosa que parecía cuando llegó la hora de ir a la cama y él le recordó que dormirían juntos. Pero, una vez recostados, poco a poco se había ido tranquilizando.
Angelo no había esperado que sucediera algo entre ellos… Bueno, quizás eso no era del todo cierto. Pero había disfrutado de la charla que compartieron, hablando de todo un poco, sintiendo una conexión distinta a cualquiera que hubiera experimentado a