Lionetta cerró la puerta al salir de la habitación y, después de presionar la pantalla de celular para contestar la llamada, se lo llevó al oído.
—Tazio —saludó a su manager, mientras caminaba por el corredor.
—Lio, ¿cómo estás?
—Bien, gracias. ¿Qué sucede?
—Solo llamaba para recordarte que mañana tenemos que reunirnos para revisar tu agenda del próximo mes. Me reuní con tu agente a inicios de semana y se viene un mes bastante movido. Está la grabación del comercial con la marca de cosméticos francesa, luego la gala benéfica en Milán, y después el viaje a Nueva York para el desfile de moda.
—Tazio —lo interrumpió con tono firme—. Te dije que me tomaría un tiempo.
Lionetta no le había contado sobre el accidente de su esposo. No es que no confiara en él —lo hacía—, pero cuantos menos estuvieran al tanto de lo ocurrido con Angelo, sería mejor. Las pocas veces que habían hablado desde entonces, ella simplemente le había dicho que estaba ocupada, la misma excusa que había usado para pospon