La tensión en el despacho era un cristal a punto de quebrarse. La intervención de Clara había cambiado todo el ambiente, pero Gloria, viendo su futuro como esposa Brévenor desvanecerse, no estaba dispuesta a rendirse.
Con su mejor actuación, tomó la mano de Esteban con falsa preocupación.
—No les creas, cariño —susurró, con voz melosa—. Están mintiendo. Elías te odia y quiere acabar contigo. Si de verdad tuvieran esas pruebas, ya te habrían atacado. Esto es una trampa.
Valeria lanzó una mirada cargada de un desprecio tan intenso que casi podía sentirse físicamente.
—Gloria, de verdad debes de ser estúpida —escupió—. ¿Quieres criar a tu bebé sola cuando mi padre esté en la cárcel? —Se volvió hacia Esteban, su voz cargada de una lástima amarga—. ¿Vez, papá? Ni siquiera tu querida Gloria te sirve de nada en esto. Solo piensa en ella.
—¡Cállate, Valeria! —rugió Esteban, pero su voz carecía de su fuerza habitual.
Fue entonces cuando Elías dio un paso al frente. Su mirada no s