Elías se acercó a Valeria, arrodillándose frente a su sillón para quedar a su altura. Su mirada era un mar de tormenta y sinceridad.
—Nunca planeé acostarme contigo para llegar a Esteban —declaró, cada palabra cargada de un juramento desesperado—. Solo te invité aquí para lograr entrar a Brévenor como cliente y potencial socio. Buscaba la oportunidad de arruinarlo desde dentro, sí, buscando documentos, debilidades… Te lo juro, ese solo era el plan original. —Su voz se quebró—. No esperaba… no esperaba enamorarme de ti, Valeria. Lo que siento por ti hizo que todo lo demás dejara de tener sentido. Lo único que me aterra ahora es perderte para siempre.
Valeria se removió, incómoda bajo la intensidad de su confesión. El amor era la última cosa que quería oír. Con un movimiento brusco, soltó su mano, rompiendo el contacto.
Mauricio, viendo la tensión insoportable, intervino tratando de reconducir la conversación hacia un terreno más factual.
—Elías, una cosa no cuadra. Si todo fue una esta