Una vez a solas, Valeria le contó a Gabriel todo rápidamente, omitiendo por supuesto los detalles íntimos con Elías y la extraña oferta de Montenegro. Solo hablo de la presión de su padre, y lo más importante, lo que Mauricio había descubierto desde Portaleira.
—Mauricio encontró documentos —explicó en voz baja—. La finca principal, el corazón de Brévenor, fue comprada por mi padre a un precio irrisorio. Y casi al mismo tiempo, Ricardo Auravel consiguió el capital para su primera gran ruta marítima. Una fortuna que surgió de la nada.
Gabriel escuchaba, su expresión cada vez más grave. Cuando ella terminó, se quedó en silencio por un momento, procesando. Luego, sus ojos se abrieron ligeramente, como si una memoria lejana cobrara sentido.
—Valeria... —comenzó, con voz pensativa—. Creo que fue mi padre. Él le prestó el dinero a Esteban para comprar esa finca.
Valeria contuvo la respiraza. —¿Tu padre? ¿Arturo?
—Sí. La finca no se llamaba Brévenor entonces. Se llamaba Finca Alta. Perteneci