Punto de vista de Catalina.
Llegamos al lugar del evento y no pude evitar maravillarme ante la grandiosa entrada.
Las altas columnas estaban envueltas en luces brillantes y la alfombra roja se extendía como si fuera parte de una película.
La gente ya se había reunido, vestida con sus mejores galas, con música suave de fondo. Tan pronto como entramos, todas las cabezas se giraron.
Un hombre vestido con esmoquin se acercó a nosotros con una amplia sonrisa. «¡Sr. Adrián! ¡Bienvenido!». Le tendió la mano, claramente emocionado de ver a Adrián.
«Buenas noches», dijo Adrián, estrechándole la mano. «Esta es mi asistente, la Srta. Torres».
El hombre asintió con la cabeza, sin borrar la sonrisa de su rostro. «Bienvenida, señorita Torres. Es un honor tenerla aquí esta noche. Disfrute del evento, por favor».
Le devolví una sonrisa cortés mientras nos acompañaba al interior. El salón de baile era impresionante, con candelabros centelleando en lo alto y mesas decoradas con hermosos