Relata la historia de una joven mujer llamada Diane Brayden, que con apenas dieciocho años de edad es obligada a casarse, con un hombre un poco mayor el cual no ama. Diane vive con sus padres en una granja en Misisipi-Ohio, es hija de un sujeto ludópata, el señor Paul Brayden que pierde completamente todos sus bienes en el juego, hasta quedar en la ruina total. Su Madre quien no tiene escrúpulos manipula a la joven, para que ceda ante los caprichos de Robert Fox, quien es un imponente terrateniente y es prácticamente todo el dueño del pueblo, quien ve a Diane con ojos de deseo, desde que se hizo una hermosa mujer. Robert Fox es un hombre parco y muy malhumorado, lo que hace que desluzca su buen aspecto varonil. A pesar de ser un hombre muy apuesto de unos treinta y cinco años de edad aproximadamente y dueño de una gran fortuna, no ha logrado casarse ni formar familia, a causa del mal carácter que exterioriza. Dicho carácter es producto a una desilusión, que sufrió en el pasado y que hasta ahora no ha podido sanarla. Antes de cumplir los cuarenta tiene la necesidad de forma familia, para no quedarse solo en el mundo, por lo que le urge tener próximamente un heredero. Diane es la mujer indicada para que logre su cometido, es por ello que pacta con la señora Elizabeth Brayden la madre de Diane, quien prácticamente le pone a su hija en bandeja de plata a cambio de una fuerte suma de dinero. Lo que no saben Diane y Robert, que el destino les tiene preparada una gran sorpresa que les cambiará sus vidas para siempre.
Leer másNo puedo creer lo me está ocurriendo, estoy hecha un manojo de nervios. Soy una mujer muy insegura por la sobreprotección de mis padres. Por lo que no tengo prácticamente amigos, de un tiempo para acá me tienen prohibido salir de la casa. Vivimos en una extensa granja en la hermosa cuidad de Misisipi-Ohio. Apenas culminará el bachillerato quería irme hasta la capital en Washington para continuar mis estudios, anhelaba convertirme en medico mi mayor sueño era ser pediatra me gustan muchos los niños y el sentido altruista siempre me ha invadido.
Estoy horrorizada con lo que acabo de oír en la sala, mis padres discuten sobre mi supuesto matrimonio creo que no tengo salida. Oí claramente cuando mi madre le decía a mi padre que solo Robert Fox seria la salvación a nuestros problemas financieros. Mi padre acaba de quedar en la ruina total está a punto de perder la casa por una deuda de juego ¡Santos Cielo! Estoy muy preocupada por el rumbo que puede tomar mi vida. Estoy asediada por la incertidumbre.
Irrumpo en la sala haciéndome la desentendida.
— ¿Ocurre algo? —pregunto, pero ya había oído lo suficiente de la situación que se avecina.
—No princesa—responde mi padre.
—Si ocurre hija. No le mientas a la niña Paul—responde mi madre bruscamente.
— ¿En serio que pasa? Me tienen muy preocupada con tantos misterios.
—Venga para acá mi amor—me dice mi madre.
—Espera Elizabeth…. —la detiene mi padre.
—Esperar que Paul. Por esperar por usted es que estamos metidos en estos líos. Hija espéreme en su habitación por favor en un momento subo tengo algo muy serio de que platicarle—me pregunto ¿Qué será? Lo que alcance oír es que mi padre había perdido todo de forma irremediable.
Atiendo a lo indicado por mi madre y me dirijo hasta mi habitación. Que me querrá informar estoy muy asustada por todo lo que está sucediendo, siento que mi destino se torna incierto. Mi padre se llama Paul Brayden era un importante productor de la zona, pero su adicción al juego hizo que todo se viniera abajo y que la finca decayera completamente. Mi madre es una mujer muy ladina y ambiciosa se llama Elizabeth Brayden.
Siempre me decía que debo de casarme con un buen partido para tener mi futuro asegurado. Por lo que no era necesario que perdiera mi tiempo estudiando para sacar una carrera profesional. Por lo general constantemente se toma la tarea de mermar mis sueños y fortalecer mis miedos. Vivo encerrada prácticamente en estas cuatro paredes estoy a punto de reventar. Me siento inmersa en una tristeza profunda, plagada de fobias y soledad.
Al cabo rato llega mi madre a mi dormitorio:
—Mi amor tengo que hablar contigo de un asunto muy importante.
—Dígame mamá—me preocupa su tono.
—Están pasando cosas en la casa. Nos quedamos en la calle prácticamente mi amor, tenemos que dejar la finca en unos días y no sé qué hacer—me dispone a llorar desconsoladamente.
—Ya mamá quédese tranquila—la consuelo.
—Mi amor le pido que por favor me escuche si con mucha atención sino estuviéramos en esta situación créeme que no pidiera su ayuda.
—La escucho mamá.
—Cómo lo que ya le acabo de decir estamos en la miseria. Robert Fox el dueño de la Hacienda más importante de todo Ohio quedo en ayudarnos con toda esta situación, me dijo que se encargaría de pagar la deuda si tú hija, accedes a casarte con él.
— ¿Qué? ¿Cómo así?
—Escúcheme mi amor que no he terminado. Hágalo por nosotros sus padres nos debe la vida Diane no puedes permitir que nos echen a la calle como unos perros. Eres nuestra única hija nuestro futuro está en sus manos por favor ayúdanos—me suplica.
—Es increíble todo lo que me dice mamá. Yo no amo a ese señor ni siquiera lo conozco y lo que dicen de él en el pueblo es fatal. Tiene un muy mal carácter, es muy descabellado lo que me pide.
—No tenemos salida mi amor. No tiene mucho que pensar solo acepte Robert es un muy buen partido. Eso del amor son puras sandeces que se inventan para hacernos creer tonterías de la vida, eso solo es en los cuentos ridículos de hada. La realidad es otra y la nuestra está en sus manos mi amor.
—Mamá por Dios me coloca en una coyuntura muy tenaz.
—Diane ya me cansé. Escúcheme algo voy hablar de inmediato con Robert para que venga hasta la casa a pedir su mano y punto su matrimonio es un hecho me escucho, no tenemos tiempo para sentimentalismos y para bobadas esto lo que nos está pasando es muy serio—puntualizo mi madre toscamente.
Con esta noticia mi mundo se detiene siento como si me hubieran subastado al mejor postor. Mis padres ya lo tenían todo planeado es inconcebible que me obliguen a casarme con un hombre al cual no amo y ni siquiera conozco.
Salgo de mi habitación y me pongo a caminar por los alrededores de la finca y me encuentro con mi única amiga que se llama Jessica Raiden. Jessy está a punto de irse hasta la cuidad de Washington para continuar con sus estudios de leyes en la capital hasta convertirse en una gran abogada. Percibe que estoy echa un mar de lágrimas y se me acerca:
— ¿Amiga que tienes? ¿Estas así por lo que le ha ocurrido a tu familia?
—Si Jessy nos quedamos en la calle y sin un centavo en el bolsillo. Mis sueños se han desplomado con una torre de naipes.
— ¿Qué puedo hacer por ti? Ya se voy hablar con mi papá para que cubra las cuotas de tus estudios así te vas conmigo a Washington amiga. Me da pesar dejarla acá sola con todos estos problemas encima.
—Me quiero morir por el rumbo que puede tomar mi vida amiga.
—No digas eso no menciones la muerte. Todo en la vida tiene solución.
—Menos yo amiga. Mi madre acaba de decir que pacto con el señor Robert para que me case con él.
— ¿Es en serio? La señora Elizabeth está loca. No estamos en la edad media donde los hijos cedíamos a los caprichos de nuestros padres. Más a mi favor para que te vengas conmigo a Washington Diane ya eres mayor de edad no podrán obligarte hacer algo que no quieras.
—Gracias por tus palabras Jessy—me abraza mientras me da consuelo.
En ese instante llega mi madre con la rudeza que la caracteriza:
—Mira muchachita deja en paz a mi hija. Oí todo y tu Diane ven conmigo a la casa—retorno a la casa a empujones.
Mi madre me obliga a sentarme en el sofá para sermonearme:
—Diane es un hecho te vas a casar con Robert. Ya deja de hacer berrinches, lo hago por tu bien hija con el tiempo me lo va agradecer.
—Por mi bien o por el de ustedes—me levanto e ingreso corriendo hasta mi dormitorio a encerrarme.
—Diane venga acá por favor. Diane—me grita mi madre.
No puedo creer que me hayan hecho esto, mi padre no tiene carácter por su misma adicción mi madre lo controla todo. Estoy harta de esta vida a su lado preciso huir de todo lo que me atormenta y perturba en este justo momento.
Pasan las horas, me había quedo dormida por el impacto y escucho sonar la puerta de mi habitación y abro, es mi madre. Frunzo el ceño al verla.
—Ya ni sirvientas tenemos—apunta mi madre—báñate y arréglate en un par de horas vendrá por acá Robert ya de una vez vamos a ponerle fecha al matrimonio antes que se te ocurra a ti junto con Jessica hacer un disparate.
Levanto una ceja con evidente signo de hastío. Yo no tengo culpa que estén arruinados y que lo hayan perdido todo, así como mi padre es un adicto al juego, mi madre es adicta a gastar no se mide cuando va de compras es muy presumida y fastuosa. Siempre quiere ser el centro de atención del pueblo. En este momento los odio a los dos por hacerme la mujer más infeliz del mundo.
Mientras me estoy arreglando para la visita del señor Robert Fox entra mi padre a mi habitación con innegable rostro de culpa.
—Diane. Perdóname hija, escúchame me han amenazado con matarme sino pago el dinero de la deuda y lo poco que me queda no me alcanza para cubrir todo lo que debo. Si no quieres casarte con Robert lo acepto y hablo con tu madre para que desista de la idea. A ese hombre tú le gusta mucho y no perdió la oportunidad para conseguirla.
—Espere padre. La idea de ser una esposa trofeo no me agrada para nada, pero me parte el corazón verlo así tan derrotado.
—Mi niña tu es lo más valioso que la vida me regalo. Me quiero morir a causas de esta situación que yo mismo provoque con mis vicios.
—Ya papá basta. No se torture más, ya tomé una decisión más tarde cuando llegue el señor Robert la sabrá. Mientras vaya y descanse un poco—le digo a mi padre.
Ya aparentemente no se guardan resentimientos, la resonancia de la tortuosa despedida, se elevan mitigando los rumores del adiós. Mi corazón late velozmente al tener a Robert frente:—Espero algún día me perdones, por todo el mal que te hice—expresa Robert aceptando su culpa.—Me voy de este pueblo, del lugar donde padecí tanto.—Lo sé, a mi lado viviste horres.—Basta, no quiero oír de situaciones negativas.—Lo siento. Pronto iré a ver a mis hijos como acordamos.—Claro, los niños siempre serán tus hijos.—Y tú el amor de mi vida. Mi castigo desde ya, es tenerte cerca y no tocarte. Tenemos un trato, lo sé. Así como firme un acuerdo para casarnos, ahora firme uno donde te concedo tu libertad. Nunca más te haré daño.—Eso espero—se despide de mis hijos y nos vamos todos. Mi madre lo mira con suspicacia.—Amy espera—toca ligeramente a mi madre por el hombro.—Espero que tú también algún día me perdones. Por haberte ocultado que Diane es tu hija, pero sobre todo por haberla lastimado ta
Me pregunto, porque me ha tocado vivir, hasta ahora de este modo tan extraño, sin una pizca de felicidad constante, el único momento donde me concebí feliz, fue el día que nacieron mis hijos y también cuando descubrí, que Amy era mi madre. Mi cuerpo continúa aplanado y postrado en esta cama, sin embargo, un fuerte dolor azota mi cabeza. Volví a la vida, abro ligeramente los ojos, esbozando un ligero suspiro.Mi madre lo percibe, pobrecita no se ha movido del cristal, desde allí me vigila muy de cerca:—Doctor mi hija se movió, lo pude notar desde aquí.—Señora, es mejor que vaya a descansar. Su hija la necesita sana.—De aquí no me muevo, hasta que mi hija despierte.—Con permiso.Mi madre se olvida hasta de mis hijos, Mara está en este momento con ellos, brindándonos apoyo.El médico entra a mi habitación, para hacerme el chequeo correspondiente y se da cuenta de una ligera mejoría, ya que hice un intento por mover mi mano. Le musita a la enfermera:—Esta joven aún se aferra a la vid
Al día siguiente… Robert por su parte, se halla acucioso, lleva consigo una vergüenza ausente, continua en su postura, que los culpables somos nosotros, por haberle dado rienda suelta a la pasión a sus espaldas, por lo que sus emociones, se imponen cargadas de reproches. Le pregunta a su abogado: —¿Cuándo saldré de aquí? —Me temo que aún no. Tu situación es muy seria Robert. —Pero tengo dinero de sobra, puedo comprar a la justicia. —Te equivocas Robert, lo que le hiciste a tu esposa, traerá consecuencias. —Vamos Marcus, sácame de aquí, tu eres el mejor abogado de este país. —Haré todo lo que esté a mi alcance. Esperemos que tu esposa se recupere, para convencerla de que no te denuncie formalmente. Sino ya sería homicidio en mi primer grado Robert y te esperarían muchos años de cárcel. —¡Diablos! Mi intención no fue lastimarla. —Pero lo hiciste, desconozco tus dramas familiares. Pero tienes que contarme todo Robert, para poderte ayudar. Por ahora solo conseguí, que te dejarán a
Me encuentro en compañía de mi madre, vamos rumbo a la hacienda de Robert, para saber de él. En la vía comienzo de pronto, a navegar en las corrientes de mis pensamientos, el camino es un poco largo y mi mamá se había quedado dormida, conduzco con mucha cautela. A mis hijos los dejé con Jennifer, quien es la más cercana a ellos. Por algún motivo ando muy nerviosa, llegamos a la hacienda y despierto despacio a mi mamá: —Mamá ya llegamos. —Uy me quede dormida, el camino es largo. —Mamá, Robert aparentemente esta en casa, allí esta su camioneta—le señalo. —Él tiene muchos autos hijas. De igual manera vamos a preguntar. Entramos y tocamos la puerta, Mary la mucama nos abre de inmediato, saluda a mi madre con cariño, pero a mí solo me manifiesta un saludo vacío, a Mary nunca le caí bien, seguramente por cómo se dieron las cosas en nuestro matrimonio, ella quiere a Robert como una madre, siempre ha estado a su lado cuidando de él. —¿Dónde está Robert? —Pregunto, yendo directamente al
—Diane, tengo que hablar muy seriamente contigo—me dice Amy con rudeza, no entiendo su actitud.—¿De qué? ¿Qué ocurre?—Vayan niños a ver televisión—les sugiere Amy a mis hijos.—¿Se puede saber, que está pasando? —le pregunto maravillada.—Diane, no puedo creer lo lejos, que has llegado con el doctor Andrew.—¿Cómo te enteraste? ¿Mara te dijo algo?—Que me va a decir esa amiga tuya, si seguro es tu alcahueta. Me enteré por pura casualidad, hoy al ir a la clínica del doctor, por un malestar que sentí en el mercado.—¿Estas bien?—La que no está bien eres tú.—¿Qué vistes?—Te vi, cómo te ibas con el doctor en su auto, iban muy sonriente y no me digas que solo son amigos, vi la complicidad entre ambos.—Amy déjame explicarte.—Te volviste loca Diane, no piensas en tus hijos y tanto que te lo advertí. Si Robert te descubre créeme que te matará sin piedad. Jamás te perdonaría esa traición y menos con su hermano.—¿Lo defiendes? Cuando fue Robert quien arruino mi vida.—No enredes las cos
Van más de tres días, que Robert no aparece por ningún lado, hoy comienzo mis terapias con el doctor, para hallar equilibrio en mi vida. Estoy muy nerviosa y la vez me siento avergonzada por tener, que recurrir a la ayuda de un psicólogo, para que me oriente en el camino al andar.—Tranquila tampoco vas a la hoguera, solo iras a terapia. No puede ser tan malo—me expone Mara buscando calmarme.—Es muy cómodo, no es nada agradable estar conversándole, a un extraño tus miedos y posibles traumas.—¿Posibles? Tus traumas estas más que garantizados, por este par de rufianes—la miro delicada.—Por favor Mara.—Vamos Diane sabes que tengo razón, ya el doctor me está empezando a caer mal.—Andrew es buena persona, te lo aseguro.—Será el sereno. Igual no confío en él—enseguida frunce Mara el ceño.—Robert no ha venido a visitar a los niños, tiene tres días que no va a casa.—No me digas que lo extrañas—pone Mara sus ojos en blanco.—Realmente no, me siento más tranquila al no tenerlo cerca, su
Último capítulo