Capítulo 2: La visita de Robert Fox.

No tiene ningún sentido huirle a mi destino en vista de que no puedo permitir que mi padre siga sufriendo por culpa de sus errores. Amo demasiado a mi padre por lo que me parte el alma verlo padecer de esa forma, ya mi papá no es ni la sombra de ese hombre fuerte y valeroso que algún día fue. Se ha vuelto un hombre desecho, negligente y muy opaco a causas de sus vicios.

También su deteriorado estado anímico es causado por mi madre, una mujer sin escrúpulos, ni piedad que por dinero es capaz de cualquier cosa. Por su culpa mi padre se sumergió profundamente en los juegos para brindarle más dinero, nunca está satisfecha con nada es insaciable la muy astuta.

Busque en los ojos de mi padre la respuesta que tanto necesitaba para seguir avanzado en este callejón sin salida. Todo está decidido me casare con el señor Robert Fox y seré su futura esposa. Siento mi garganta seca y mis manos tiemblan de miedo. Mis pensamientos están muy entumecidos, sin saberlo mi amor estaba en venta y El señor Robert está dispuesto a pagar lo que sea por conseguirlo así me puntualizo la ambiciosa de mi madre.

Robert Fox es uno de los hombres más acaudalados de la región se podría decir que el más importante de la zona. Goza de una inmensa fortuna es muy audaz en los negocios es Ingeniero Agrónomo de profesión lo que lo llevo a seguir con el legado familiar y hoy día aporta mucho conocimiento y profesionalismo a sus grandes cultivos. Tiene muchísimo dinero por eso mi madre esta embelesada con él para seguir dándose la gran vida que tiene hasta ahora.

Me he puesto muy guapa para recibirlo, escucho sonar el timbre y me aproximo hasta las escaleras para bajar a la sala. En efecto ha llegado él; el señor Robert Fox a nuestra casa quien alza la mirada y me mira desde lo alto donde me encuentro detenida observándolo. Me pregunto ¿si esto me está sucediendo realmente? Ojalá fuera una terrible pesadilla del cual despertaré muy pronto.

Bajo las escaleras en absoluto silencio, mi madre se gastaba una gran sonrisa de oreja a oreja se habría salido con la suya.

—Buenas Tardes a todos—expresa el señor Robert.

Quien estaba muy bien vestido me lo imagine un campesino hosco titulado. Ya que lo que dicen de él en el pueblo no es acorde con el garbo que hoy exhorta.

—Buenas Tardes—respondo con un tono bajo y muy tenue.

—Hola Robert estás muy guapo. Mira a mi hija no es realmente hermosa—dice mi madre.

—Muchísimo—Responde él sin dejar de mirarme fijamente.

Entramos a la sala y nos sentamos cómodamente. Mi padre era el gran ausente no podía ver lo que yo estaba a punto de hacer. En parte siente mucha vergüenza por todo este escenario.

— ¿Quieres algo de beber Robert? —pregunta mi madre.

—Si un whisky está bien.

—Ay qué pena con usted Robert no tengo nada de eso. Le ofrezco un jugo de naranja.

—Si está bien.

—Ya me voy. Bueno los dejo solos, están en su casa—le dice mi madre quien se va intencionalmente.

Al carrizo el protocolo y la sumisión me armo de valor y voy al grano:

— ¿Para cuándo es la boda?

— ¿Cómo dices?

—Ya mi madre hablo claramente conmigo y acepto ser su esposa señor Robert.

—Me dejas atónito con tan agradable respuesta señorita Diane.

—Llámame Diane a secas seré tu mujer—se escapa la mujer valiente que llevo en mi interior.

—Bueno yo había conversado con tú madre para hacerlo lo más pronto posible. Pero en vista que estás muy decidida ya la próxima semana nos estaremos casando por lo civil y juntos planearemos el matrimonio eclesiástico. No te vas a arrepentir—sonríe frívolamente.

—Por ahora por lo civil está bien.

— ¿Dónde está tu padre?

—Está descansando no se siente muy bien.

—Vine a pedirla en matrimonio, requiero que él esté presente—lo dice en un tono intimidante.

—Ya usted tiene mi palabra dada. Soy mayor de edad y dueña de mis actos señor Robert—se asombra ante mi firme comentario.

Llega mi madre quien detrás de la pared había oído completamente todo. Ya la conozco muy bien y se cómo actúa en estos casos. Sale haciéndose la desentendida con el jugo de Robert en la mano.

—Aquí tienes Robert. Enseguida llamo a Paul para que conversemos.

—No hace falta mamá deje que mi padre descanse. Ya el señor Robert y yo platicamos de nosotros, en una semana nos casaremos en su hacienda ¿Cierto señor Robert?

—Si así es—lo dice muy desconcertado presiento que no era como esperaba que actuara de esa forma tan audaz.

Al igual que Robert mi madre no deja de sorprenderse de mi accionar. He decidido tomar el toro por los cuernos y le hago caso a mi madre en algo, dejo a un lado el sentimentalismo y el temor, debo de afrontar la realidad no puedo permitir que mi padre por la depresión pueda tentar en contra de su vida. Me moriría si algo malo le ocurriera a mi padre.

No podía pensar, mis pensamientos se congelan por el dolor punzante que siente mi corazón. No conozco el amor y ya me estoy adentrando a una relación desconocida. Puedo percibir en su mirada un toque malévolo internamente estoy que tiemblo y me desmayo. Sin embargo, me muestro desafiante delante de sus ojos.

Robert decide marcharse ya lo que vino hacer lo hizo y consiguió mi respuesta afirmativa ante su petición de matrimonio.

Me toma por la mano y me dice:

—Hasta mañana Diane. Paso por ti para dar un paseo.

—Está bien—se marcha y me besa en la mejilla. Un ligero cosquilleo se internalizo en mí no logro entender esa extraña sensación que sentí al besar mi rostro.

Ya una vez que sale Robert, mi madre da un grito de goce por los resultados obtenidos.

—Vaya que alegría me sorprendiste mi amor. Te portaste como toda una mujer firme y decidida, me siento tan orgullosa de ti.

—No te sientas tan orgullosa mamá. Muchas cosas van a cambiar de ahora en adelante—la dejo pensativa en la sala y subo de prisa a mi habitación a llorar de pena.

Seco mis lágrimas. Mi madre va a pagar por esto tarde o temprano me digo a mi misma. Me ha arruinado mis planes de vida al envolverme en esta situación estoy segura de que tiene totalmente trastornado a mi padre para que me obligara a caer en su trampa y cediera a su cometido. Es una buena estratega.

Miro al cielo como pidiendo un poco de piedad por tanta incertidumbre ya en una semana seré la esposa de ese rudimentario sujeto. Me quito el maquillaje de los ojos con mucha rabia frente al espejo la frustración que sentía superaba mis ganas de huir de tan desagradable realidad.

Toca mi madre la puerta al percatarse que me había encerrado.

—Diane amor abre la puerta tenemos que hablar.

—Déjame en paz mamá por favor. Hablamos mañana ya conseguiste lo que querías ahora quiero estar sola y descansar.

—Está bien amor hablamos mañana con más calma—puedo sentir que se aleja del cuarto, me echo en mi cama a llorar es lo único que me provoca hacer en este momento.

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