Gabriel no durmió de tanto que pensó durante la noche. El amanecer le hizo fruncir el ceño, cuando el sol invadió su apartamento. Él fue varias veces a la habitación en la que Sofía dormía plácidamente, pero no fue su rostro tranquilo lo que mantuvo a Gabriel despierto, sino el mensaje incompleto en el teléfono de su hermana.
Alejandro había jugado con su pequeña hermanita, y aunque él quiso pensar que todo era producto de su imaginación o posiciones que darían un doble sentido, todo era verdad.
Gabriel se levantó del sofá con tanta rabia, que nunca creyó que la tendría por alguien a quien quería como un hermano. Se sentía traicionado. Alejandro, el hombre al que consideraba familia, había jugado quién sabe cuantas veces con Sofía. Lo había hecho bajo el techo del hotel y dos veces en su casa... y justo antes de casarse con Valentina.
Gabriel se dirigió a la habitación de invitados para revisar a Sarah, que dormía profundamente también. Probablemente, ella sabía todo sobre el problema