Sofía abrió los ojos lentamente, tratando de acostumbrarse a la luz. Su cabeza palpitaba y sentía que en cualquier momento le iba a estallar. Su boca se sentía áspera y seca por todo lo que había bebido la noche anterior. La luz de la mañana se filtraba por las cortinas de la habitación, se sentía como un abuso de poder para imponerse. Por un momento, no pudo reconocer el techo alto ni las sábanas de seda que la envolvían. Luego, la familiaridad del aroma a perfume masculino, la golpeó. Estaba en la cama de Gabriel. Un flash de imágenes empezaron a aparecer en su mente. Lucas, Sarah riendo, cerveza, vino y mucho alcohol que no recordaba. Pero más, la cara de profunda decepción de su hermano.
Todo la hizo encogerse bajo el edredón.
¿Qué tanto había hecho?
Se levantó con cuidado, sintiendo cada músculo de su cuerpo protestar. Estaba envuelta en una de las camisas de pijama de su hermano, que le llegaba hasta los muslos. Al llegar a la cocina, encontró a Gabriel sentado, con su traje l