Amy:
A pesar de que estoy agotada, apenas duermo esta noche. Sé que los malos tardarán algún tiempo en reaccionar a que yo esté aquí, pero todavía estoy consumida por el temor y los nervios. Cada vez que me adormezco, tengo pesadillas, solo que en estos sueños no es Katya a quien cortan en pedazos, sino Alexis.
Las imágenes sangrientas son tan gráficas que me despierto con náuseas y temblando… y con las sábanas empapadas de sudor. Por último, me doy por vencida:
Saco el somnifero que me recomendó Marco y me lo trago, con la esperanza de que me impida seguir teniendo pesadillas sobre lo que puede estar sucediendo en este momento en algún escondite de criminales a miles de kilómetros de distancia.
***
—No has dormido bien, ¿cierto? —Mi suegra arruga la frente, preocupada, y sé que no he
conseguido ocultarle mi cansancio—. Estás preocupada por él
—Pues claro. —Una oleada repentina de rabia me agudiza la voz—. Es mi marido, ¿ recuerda?
Ella parpadea, claramente sorprendida y me arre