70. Bienvenidos al Blue Velvet.
NarraRuiz.
El Blue Velvet apesta a sudor barato, whisky rancio y promesas rotas.
Apenas cruzamos la puerta, un par de tipos musculosos y sin cuello nos miran con cara de querer hacerse los héroes.
Mala elección.
Les clavo los ojos.
O se apartan, o van a recoger sus dientes del suelo. El mensaje viaja sin necesidad de palabras.
Se hacen a un lado como putas sumisas.
Tony y los otros entran detrás de mí, esparciéndose por el lugar como plaga.
El antro es un desastre de luces rojas, cortinas sucias y mesas pegajosas.
En el escenario, una mujer semidesnuda se contonea como si la vida se le estuviera escapando por cada poro.
La clientela es una colección de almas perdidas: traficantes de quinta, prostitutas oxidadas, jugadores arruinados.
El tipo de sitio donde puedes vender a tu madre por una raya de polvo malo.
Perfecto.
Me abro paso entre el gentío, dejando que mis hombros golpeen a quien no se quite rápido.
Algunos gruñen.
Otros se callan.
Saben