455. Un monstruo que sabe escuchar.
Narra Dulce.
Jean-Pierre no habla como los demás. No mira como los demás. No toca como los demás. Hay algo en su forma de existir que me recuerda a los cuchillos: brillantes, hermosos… y diseñados para herir. Pero por alguna razón, me siento menos sola al lado suyo. O tal vez solo más viva.
Me desperté en una habitación que olía a incienso caro, con las sábanas revueltas y la garganta seca. No recuerdo haber dormido tan profundamente en meses. Él no estaba en la cama. Solo una nota escrita con tinta negra, caligrafía perfecta:
“Desayuno servido. Y sí, la manteca es francesa.”
Estúpido. Egocéntrico. Elegante. Pero… amable. O eso quiero creer.
Camino por el pasillo en silencio. Hay cuadros por todas partes. Algunos de mujeres desnudas, con las costillas marcadas y la mirada perdida. Uno de ellos tiene mi boca. Lo sé. La forma en que está pintada… es mi boca cuando no estoy defendiéndome.
Lo encuentro en una especie de jardín interior. Sentado en un sillón de cuero blanco, con una copa d