426. El infierno es fácil si caminás al lado del diablo.
Narra Dulce.
Hay cosas que no se dicen. Se ocultan. Se entierran.
Pero si mirás bien, el cuerpo habla. La tensión en la mandíbula, el puño que se cierra de más, el cigarro que no se termina.
Y Bruno… Bruno está hablando en silencio hace horas.
La habitación está cargada de un calor raro, como si el aire supiera que algo está por estallar. Bruno se encerró solo desde que volvimos. Nadie entra. Nadie habla. Afuera, sus hombres hacen guardia con las armas al aire como si fueran escudos contra el miedo.
Yo lo miro desde una rendija. La puerta entreabierta.
Y ahí está él.
Sentado en la mesa, con la billetera abierta y una lámpara apuntando justo encima.
Sus manos duras, marcadas por cicatrices viejas, sostienen algo con más cuidado del que le vi nunca. Un rectángulo blanco, grueso, como una tarjeta de presentación, pero más sucia, más gastada. La pasa entre los dedos como si estuviera sintiendo el peso del mundo.
No dice nada.
Pero yo lo siento.
Algo cambió.
Me acerco.
No del todo. Pero lo