423. Soy lo que elegí para salvarte.
Narra Sami
Hay personas que pueden mentirte con las palabras, pueden repetir frases como si fueran verdades, como si las hubieran ensayado frente al espejo hasta que suenen convincentes, pero los ojos… los ojos no saben actuar. Y yo conozco los de Dulce mejor que los míos. Sé cuándo titilan de miedo. Sé cuándo se nublan de rabia. Sé cuándo brillan como si el mundo, con todo su caos, valiera la pena sólo por estar ahí, a su lado.
Pero ahora…
No lo entiendo.
No lo entiendo.
No lo entiendo.
La puerta se cierra detrás de ella con un golpe seco, brutal, definitivo, y sin embargo su voz sigue ahí, suspendida, colgando en el aire como un cuchillo sin mango, uno que no se puede agarrar pero igual corta, hiere, desangra.
Me quedo inmóvil, con la piel encendida, con las mejillas ardiendo, con la garganta apretada como si tuviera una piedra adentro, y con el corazón latiendo de una forma que no entiendo, desbocado, brutal, como si quisiera romperme las costillas desde dentro para poder salir, pa