307. Geometría del crimen.
Narra Gomes.
Tarde o temprano, todo termina por encajar.
Eso pienso mientras me sirvo el café rancio de la comisaría a las tres de la mañana, mirando el corcho de la sala de investigaciones como si fuera un rompecabezas que se armara solo, por puro agotamiento, como si las piezas, cansadas de resistirse, empezaran a deslizarse hacia su lugar por voluntad propia.
Cuatro muertes.
Cuatro escenas.
Cuatro círculos perfectos de violencia quirúrgica.
Y algo más.
Algo que, hasta hoy, había sido solo una corazonada.
Me siento frente al monitor.
Extiendo el plano de la ciudad.
Uno por uno, marco los puntos exactos donde aparecieron los cuerpos. El primero, en una plaza pública con un mensaje tallado en piedra. El segundo, dentro de una iglesia abandonada, con un encuadre casi teatral. El tercero, cerca del río, con el cuerpo flotando como si fuera una ofrenda. El cuarto, ayer, en un galpón industrial, con cámaras instaladas como si alguien hubiese querido registrar cada segundo del crimen.
A pr