294. Las máscaras no sangran.
Narra el asesino.
Hay algo encantador en el silencio antes del crimen, es essa pausa entre la decisión y el acto. es ese momento donde todo existe solo en la cabeza: el cuerpo aún respira, la sangre aún está dentro, el mundo aún no cambió.
Y yo, que siempre fui un hombre de palabras, es irónico que ahora me muevo en ese intersticio.
Soy escritor, un director de arte, y sobre todo, soy dios. Pero un dios moderno. Uno con guantes de cuero, cafés importados, y una red de comunicaciones encriptadas que haría llorar de celos a cualquier agencia de inteligencia.
Código: TeatroFlor.
Clave: Resquicio.
Contacto: Ifigenia.
Ubicación: confidencial.
Abro el canal seguro desde mi estudio, en ese edificio viejo del barrio de Almagro, donde todos creen que soy un académico retirado que colecciona primeras ediciones y gatos.
Pobres ilusos.
No tengo gatos.
Solo fantasmas.
Y una misión.
“La siguiente escena será en La Boca. De noche. El escenario: una biblioteca abandonada. Una sola luz. Una silla. Un