254. El libro de los pecadores.
Narra Gomes.
La oficina de investigaciones especiales olía a café recalentado y desilusión. La humedad de la ciudad se pegaba a las paredes como los recuerdos que el subcomisario Gomes no lograba enterrar. Sentado frente a su escritorio, el monitor azul brillante del sistema judicial aún mostraba la reseña del libro viral que, sin saber cómo, había llegado a sus manos en un sobre sin remitente. Era una edición encuadernada, artesanal, con hojas ásperas, y una portada en negro mate donde sólo se leía, en rojo sangre: "La dama y el jefe".
Gomes no era un hombre de literatura, pero esa noche, solo con el zumbido del ventilador en la nuca, había leído sin parar. Lo había devorado como si fuera un expediente urgente, uno que no podía delegarse, uno que hablaba directamente de él.
Porque estaba ahí.
No con nombre y apellido, claro, pero sí con todos sus fantasmas. Había una figura de policía honesto, desgastado, enamorado sin retorno de una mujer rota. Había escenas que coincidían palabra p