No tengas miedo.
Catalina observaba el paisaje a través de la ventana, los árboles, las calles mojadas, la ciudad que despertaba ajena a todo lo que para ella estaba por comenzar.
"No soy la misma que encerraron, y hoy lo voy a demostrar."
—¿Sabes? —dijo de pronto, con la mirada perdida en el cristal empañado—. Estoy pensando en lo que sobreviví —confesó Catalina y no lo decía como una frase de consuelo, sino como una verdad que le nacía desde adentro.
Julián la miró de reojo, con una admiración serena que no necesitaba palabras para expresarse.
—Eso es lo que lo va a destruir. Ver que ya no tiene poder sobre ti, y le enseñarás quien manda ahora —añadió, sin apartar la vista del camino, pero con un brillo distinto en los ojos, como si también se lo estuviera diciendo a sí mismo.
Catalina asintió despacio, dejando que sus palabras la envolvieran y le calmaran el alma.
Era como si se clavaran en el pe