Los días sin la presencia de Iskra deberían haber sido tranquilos para Valeska, pero en lugar de eso, una inquietud latente se instaló en su pecho. No era una mujer paranoica, pero tampoco ingenua. Iskra no era del tipo que aceptaba una derrota con dignidad, y su ausencia solo podía significar una cosa: estaba tramando algo.
Sentada en su oficina, tamborileó los dedos sobre el escritorio mientras observaba los documentos que debía revisar. Su concentración estaba dispersa, y aunque intentaba mantenerse enfocada en su trabajo, no podía evitar sentir que algo se avecinaba. Tal vez era un presentimiento sin fundamento, o quizás su mente estaba demasiado condicionada por los últimos eventos, pero de una u otra manera, su intuición le decía que debía estar alerta.
Cuando compartió su preocupación con Lisandro la noche anterior, él no pareció demasiado alarmado.
—Si no ha aparecido, mejor para nosotros —respondió con desinterés mientras revisaba unos correos en su laptop, sin siquiera levan