CAPÍTULO 58
JULIAN
El sol golpeaba con fuerza sobre la arena, y el murmullo de las olas llegaba como un eco constante, hipnótico. Estaba tirado en una reposera frente al mar, con los lentes oscuros y un vaso de whisky con hielo que se derrite más rápido de lo que lo bebía. El calor del mediodía envolvía todo, y de no ser por la brisa marina, el aire sería insoportable.
No podía dejar de pensar que este hotel no había cambiado casi nada en todos estos años. Los techos de palma seguían igual, las escaleras de madera que llevaban hacia la playa todavía crujían con cada paso, y las sombrillas azules, clavadas en la arena, parecían ser las mismas. Claro, había algunos detalles modernos, más pulidos, más ordenados, pero en esencia… seguía siendo el mismo lugar.
Ese déjà vu era inevitable. Diez años atrás, justo aquí, habíamos pasado nuestras últimas vacaciones antes de salir del colegio. Un viaje de despedida. Éramos un grupo de amigos creyendo que la vida apenas empezaba, convencidos de q