CARLOS
Cuarenta años. Esa es mi edad, aunque nadie me los da. Suelo escuchar que aparento menos, quizá por mantenerme en forma, quizá porque aprendí a vestirme con elegancia desde que me moví en el mundo de los negocios. Ser buen mozo me ha abierto puertas, no lo voy a negar, pero no ha sido lo único que me trajo hasta aquí. Trabajo, contactos, estrategias. Todo cuenta cuando uno quiere dejar el pasado enterrado.
Y créeme, yo quiero dejarlo enterrado.
Nací en una familia humilde, de esas que apenas llegan a fin de mes y que te obligan a madurar demasiado pronto. No me gusta que me relacionen con ese pasado. Prefiero que todos me vean como lo que soy hoy: un hombr