JULIAN
Profesionalmente, este había sido el mejor año de mi vida. Si alguien me hubiera dicho hace un par de años que estaría en la cima de los campeonatos, liderando la escudería Belmont y siendo visto como uno de los pilotos más prometedores de la nueva generación, probablemente me habría reído. Y sin embargo, ahí estaba: con trofeos en mi vitrina, portadas en revistas especializadas y el reconocimiento que tantos años de sacrificio habían buscado.
El campeonato terminó con un sabor a gloria que aún me quemaba en la boca. Primer lugar en la final del torneo, victoria indiscutible. El rugido de la multitud todavía me retumbaba en los oídos, como si siguiera en es