CAPÍTULO 77
JULIAN
El ruido de las máquinas no existe aquí. El nuevo simulador es un espacio distinto al bullicio del circuito: paredes recubiertas de pantallas, sonido envolvente que imita hasta el más mínimo roce de neumático en la pista. Entro junto a Gonzalo Montiel, el nuevo piloto. Apenas dieciocho años, mirada ansiosa, sonrisa fresca. Me recuerda un poco a mí mismo en mis inicios, cuando todo parecía nuevo, prometedor y al mismo tiempo abrumador.
Los ingenieros nos reciben con entusiasmo. Apenas entramos, empiezan a explicar los detalles técnicos del simulador, orgullosos de lo que lograron.
—Este es el trabajo de meses —dice uno de ellos—, y todo gracias a la ingeniera Monserrat. Ella diseñó la arquitectura del sistema y coordinó cada fase.
El nombre me golpea en el pecho como un latigazo.
Otro técnico interviene:
—Ella misma nos corrigió cálculos que ni sabíamos que estaban mal. La verdad, impresionante.
—Es que además de inteligente, es hermosa —responde un tercero con una