CAPÍTULO 76

MONSERRAT

Los miércoles de mujeres siempre han sido una especie de refugio para mí. Ese momento en el que puedo dejar de ser “la nieta de Alfredo Belmont”, “la directora de la compañía”, “la esposa de Ignacio” y simplemente ser Monserrat: amiga, confidente, cómplice. Hoy, sin embargo, la dinámica tiene un giro inesperado. Bruno se ha sumado a nuestra reunión. Y aunque al principio pensamos que iba a sentirse incómodo entre tanta charla femenina, la verdad es que se ha acoplado con una naturalidad sorprendente.

Estamos los cuatro sentados alrededor de una mesa amplia en la terraza del restaurante favorito de Claudia. El clima acompaña, una brisa fresca que aligera la tarde. Claudia, como siempre, domina la conversación con anécdotas de su trabajo, Elena escucha con atención y mete algún comentario sarcástico cuando nadie lo espera, y yo simplemente disfruto observarlos. Pero hoy es Bruno quien nos roba el protagonismo.

—Estoy empezando algo nuevo —dice de repente, con esa