Alianza Provisional -Me casé con un hombre enamorado de otra

Alianza Provisional -Me casé con un hombre enamorado de otraES

Romance
Última actualización: 2025-08-25
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Resumen
Índice

**“Tras ser traicionada por su exnovio, Larissa decide renunciar al amor y centrarse en ayudar a su padre con la empresa familiar. Para cumplir una promesa y resolver las finanzas de la compañía, se ve obligada a casarse con Alessandro, un hombre al que apenas conoce, pero que ocupa una posición poderosa e influyente. El matrimonio, inicialmente pragmático y sin emociones, acaba revelando una nueva faceta de Alessandro y, poco a poco, Larissa empieza a enamorarse de él, descubriendo un amor inesperado a su lado. Sin embargo, la estabilidad de su vida da un vuelco cuando un antiguo amor de Alessandro regresa, poniendo a prueba la confianza entre ellos. Desesperada e insegura, Larissa se siente rechazada por Alessandro, quien, arrastrado por la lealtad a su pasado, le pide el divorcio. El dolor de perder al hombre del que se ha enamorado resulta devastador. A pesar de la tristeza, acepta la separación, comprendiendo que, a veces, el destino exige que incluso el amor verdadero sea dejado atrás. Pero quizá Alessandro descubra demasiado tarde que eligió a la mujer equivocada.”**

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Capítulo 1

Capítulo 1 - Larissa

(Larissa)

Luciano y yo estábamos a punto de cumplir tres años de noviazgo, y apenas podía contener mi emoción, ya que mi mejor amiga, Samira, me había contado que lo vio más temprano en el centro comercial, en una joyería, eligiendo un anillo precioso.

Ella estaba convencida de que se trataba de un anillo de compromiso, y mi corazón latía con fuerza al imaginar que realmente podría ser una propuesta de matrimonio. Siempre soñé con ese momento.

Estaba sentada en el restaurante donde habíamos quedado, observando a las parejas que pasaban, las risas, los abrazos y los besos. Pero el tiempo fue pasando y Luciano no aparecía. Cogí el móvil y le llamé; contestó al tercer intento, pero sonaba confuso.

—¿Larissa? ¿Qué pasa?

—¿Qué pasa? Luciano, quedamos en vernos, ¿lo has olvidado?

—Ah… Yo… Cariño, tengo que resolver unas cosas. No puedo hablar ahora. Luego hablamos, ¿vale?

La llamada se cortó antes de que pudiera responder. Sentí un nudo en el pecho. ¿Qué estaba resolviendo? Pasaron dos horas y mi esperanza se convirtió en frustración. Respiré hondo y decidí marcharme.

Conduje sin rumbo un buen rato hasta que decidí pasar por el piso que estábamos comprando juntos. Luciano insistía en que lo pagáramos con nuestro propio esfuerzo, sin ayuda de mi padre, que era un gran empresario.

Cuando aparqué frente al edificio, vi que su coche también estaba allí. Mi corazón se llenó de esperanza. Quizá me estaba preparando una sorpresa.

Subí en el ascensor y, al llegar, puse mi huella en la cerradura de la puerta. Se abrió y entré sonriendo, pero mi sonrisa se borró al instante al ver ropa tirada por el suelo. Ropa suya y de una mujer.

El pecho se me oprimió, el aire no entraba en mis pulmones. Avancé despacio, el silencio solo roto por gemidos apagados que venían del dormitorio. Nuestro dormitorio.

Cada paso era una puñalada. Me detuve en el pasillo, viendo que la puerta estaba entornada. La empujé y sentí cómo mi mundo se desmoronaba.

Luciano estaba allí… con Samira. Mi mejor amiga. Ella estaba encima de él, los dos desnudos, en un colchón en el suelo. Mi corazón se detuvo un instante. Quise creer que aquello no era real. Pero lo era.

—¡Malditos! —mi voz salió débil, pero cargada de dolor y odio.

Los dos se sobresaltaron y me miraron, petrificados. Samira tiró de la sábana para cubrirse, y Luciano se incorporó de golpe, con los ojos desorbitados.

—¡Larissa! No es lo que piensas —dijo desesperado, levantándose y viniendo hacia mí.

Mi mano actuó antes que mi mente y le di una bofetada fuerte. El sonido retumbó en la habitación y Luciano se llevó la mano a la cara, atónito.

—¿No es lo que pienso? ¿De verdad, Luciano? ¿Crees que soy idiota?

—¡Puedo explicarlo!

—¡CÁLLATE! No quiero escuchar tus patéticas excusas.

Mis ojos se clavaron en Samira. Ella permanecía en silencio, incapaz de mirarme.

—¿Cómo pudiste? —mi voz se quebró—. Eras mi mejor amiga, Samira. ¡Desde el instituto!

Ella bajó la cabeza, sin decir una palabra.

Me giré para marcharme, no podía soportar un segundo más allí. Pero sentí la mano de Luciano sujetando mi brazo.

—¡Larissa, por favor, escúchame!

Me solté con fuerza, mirándole a los ojos.

—Te amé, Luciano. Estaba lista para construir una vida contigo. Y tú me destrozaste.

Salí de la habitación; las piernas me temblaban tanto que apenas podía caminar. Bajé en el ascensor, llegué al coche y, al fin, incapaz de contenerme más, lloré como nunca lo había hecho. Mi corazón estaba hecho pedazos.

***

Dos días después, estaba sentada en el sofá con un libro abierto en mi regazo. Pero no conseguía leer. Las palabras se mezclaban, incapaces de retener mi atención.

Mi mente volvía, una y otra vez, a la escena del piso. La ropa por el suelo, los cuerpos entrelazados. La traición que todavía ardía dentro de mí.

Ya había roto mi vínculo con Luciano respecto al piso. Aunque saliera perdiendo, lo único que quería era deshacerme de todo lo que aún nos uniera. En cuanto a Samira… ella era mi mejor amiga. O al menos eso creía. Siempre fui tímida, y ella me ayudaba a ser más abierta y cercana. Ahora veía que todo era pura falsedad. El amor que decían sentir por mí era una mentira.

Salí de mis pensamientos al sentir una mano en mi hombro. Alcé los ojos y vi a mi padre, mirándome con preocupación.

—¿Cómo estás, hija? —su voz era suave.

Forcé una sonrisa.

—Estoy bien.

Se sentó a mi lado en el sofá, estudiándome con atención.

—Larissa, sé que no estás bien.

Suspiré, cerrando el libro sobre mi regazo. La sonrisa falsa se borró de mi rostro.

—No lo estoy. Pero lo estaré.

Él asintió, sin insistir. Permanecimos en silencio unos instantes, hasta que decidí romperlo.

—¿Y la empresa? ¿Cómo van las cosas?

Esbozó una sonrisa forzada, la misma que yo había mostrado minutos antes.

—Todo bien.

Incliné la cabeza, entrecerrando los ojos.

—Sé que no es así.

Suspiró y se pasó la mano por el pelo.

—Los Moratti han decidido dejar de apoyar nuestra empresa. Eso traerá algunas dificultades, pero sabré cómo afrontarlo, no te preocupes.

Bajé la vista a mis manos. Lo que estaba a punto de decir era una locura, una decisión tomada en caliente. Antes, las cosas se decidían por amor, pero ahora… yo ya no quería saber nada del amor.

Respiré hondo y le miré.

—Si hubiera un matrimonio, como debería haber ocurrido hace tres años… ¿eso resolvería la situación?

Mi padre me miró, impactado.

—Lari, no. No tienes que hacer eso.

Le agarré la mano con firmeza.

—Antes no quería. Me liberaste de ese acuerdo para que pudiera vivir un amor y mira lo que he ganado: un buen par de cuernos. Me han traicionado dos veces.

Él me miró con pesar.

—Hija, aun así, todavía puedes encontrar un nuevo amor. No quiero atarte a un matrimonio sin fecha de final.

Apreté su mano con más fuerza.

—El señor Elías se enfadó cuando rompiste el acuerdo que hicisteis años atrás. Pero ahora podemos cumplirlo. Ponte en contacto con él y, si está de acuerdo, me casaré con Alessandro Moratti.

Mi padre abrió la boca para protestar, pero hablé antes de que pudiera hacerlo.

—Y no tienes por qué preocuparte. Nunca más querré saber nada de un nuevo amor.

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Capítulo 6 - Larissa
Capítulo 7 - Alessandro
Capítulo 8 - Alessandro
Capítulo 9 - Larissa
Capítulo 10 - Larissa
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