CAPÍTULO 87
MONSERRAT
Nunca quise darle demasiada importancia al asunto de Irina y Julián. Ya bastante carga me había traído en el pasado como para dejar que volviera a robarme la calma ahora. Si algo había aprendido en todos estos años era que algunas batallas se ganaban simplemente negándose a librarlas. Esperaba de todo corazón no volver a verla nunca más en mi vida, aunque sabía que su sombra siempre encontraba alguna manera de colarse.
Hoy, sin embargo, era nuestro día con las chicas, y me había prometido no permitir que nada ni nadie me arruinara esa tregua. Me iba a tomar la tarde para dedicarla a algo que necesitaba con urgencia: relajarme. La idea era sencilla pero perfecta: primero unas horas en el spa, luego iríamos con Elena a buscar las primeras compras para el bebé en camino. Claudia se uniría a nosotras, porque para ella cualquier excusa era buena si incluía compras y conversación.
Antes de salir, pasé por la oficina de Ignacio. Lo encontré recostado en su silla, con el