Los ojos tranquilos de Bianca ahora brillaban con lágrimas. Resbalaban por sus mejillas, dándole un aire aún más vulnerable.
Dave, preocupado, le secó las lágrimas con delicadeza. Sus ojos reflejaban pura ternura.
—Aún me tienes a mí —susurró suavemente.
Esas palabras dulces rompieron la barrera emocional de Bianca.
No pudo contenerse más y rompió en llanto, sus lágrimas fluyendo sin freno. A pesar de su victoria y venganza ese día, no sentía consuelo. El cansancio pesaba intensamente sobre su pecho.
Cada paso que dio Bianca ese día fue medido, calculado. ¿Cómo había terminado así? Solo quería una vida normal, ser amada por sus padres. Pero las circunstancias la obligaron a ser fría y cuidadosa.
Al final ganó… pero sentía que había perdido algo más.
—Señor Evans... ¿De verdad me amas y nunca me mentirás? —preguntó Bianca, buscando consuelo en la mirada de Dave.
Dave desvió los ojos, acariciándole suavemente el cabello.
—Claro que sí... Aunque haya cosas que no te diga, es solo para pr